CON LOS MAESTROS
APRENDEMOS
A SER SERES HUMANOS
Por Luis Emiro Álvarez
biblioteca Unitrópico
mayo 2016
La cultura refrenda rutas que la educación orienta y transforma. Esta
tarea es cotidiana porque contribuye a la formación de hábitos de vida. Es
noble porque visibiliza el norte cuando los demás solo se encandilan entre la
nebulosa del pesimismo. Es una de las tareas donde la autoridad fragua las
pruebas del respeto, la solidaridad y la presencia del otro.
Instiga a la curiosidad y propicia el ambiente para aprender
preguntando, para ensayar y para desafiar las equivocaciones, como el
sembrador que siempre está atento a los cambios de luna, prevé cambios e intuye
presupuestos.
La tarea de educar es tan ventajosa como la del gaviero, aquel marino que
otea el horizonte entre la bruma de altamar, sin amedrentarse por las afugias
que trae la tormenta o el ímpetu del sol durante largas y extenuantes jornadas.
Sabe que entre más amenazante sea la circunstancia, mayor rigor debe
exigir en la tarea que orquesta entre su alumnado.
Su abstracción oscila entre lo objetivo y lo ideal; entiende que
mientras la duda lo carcome se puede hundir el barco, pero cuando toma el timón
con la fuerza de la decisión quienes le escuchamos conocemos los frutos de la paciencia
y la cordura.
Son los educadores los que nos han indicado el cómo
y el cuándo ante la confrontación; el dónde y el por qué cuando la vacilación
se cree dueña de la escena; con su ejemplo aprendemos a ser seres
humanos. Por eso no es exagerado afirmar que hoy la sociedad requiere a
los educadores al frente, cuya urgencia la determina el reconocimiento de lo
humano, de todo los que sea humano y de todo lo que depende de lo humano. A
escuchar o a escribir, a hablar o a callar, a intervenir o a esperar, a rendir
cuentas o acreditar informes. Sé es maestro cuando también aprende del
alumnado que le sigue si su autoridad no flaquea.
Su concreción se consolida con el ejemplo. El desafío de hoy va hasta
donde los educadores los confrontan con las herramientas que la experiencia les
permite esgrimir al comprender que la tarea de aprender es inacabable; revisar
una vez más y volver a revisar ese hacer en contexto al que las exigencias
contemporáneas nos presionan. Esta tarea la vienen haciendo al educar desde
tiempos inmemoriales. Allí radica su autoridad. Entre todos alumnos y maestro
vamos construyendo el saber pero es el maestro el que indica la primera y la
última pauta. Con los maestros que llevan la batuta sabemos cuándo empieza y
cuando termina el espectáculo.
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