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miércoles, 15 de mayo de 2019

De la docencia y la poesía - antología inconclusa y sin numerar

LA MAESTRA RURAL de Gabriela Mistral

La Maestra era pura. «Los suaves hortelanos», decía, 
«de este predio, que es predio de Jesús, 
han de conservar puros los ojos y las manos, 
guardar claros sus óleos, para dar clara luz».


La Maestra era pobre. Su reino no es humano. 
(Así en el doloroso sembrador de Israel.) 
Vestía sayas pardas, no enjoyaba su mano 
¡y era todo su espíritu un inmenso joyel!


La Maestra era alegre. ¡Pobre mujer herida! 
Su sonrisa fue un modo de llorar con bondad. 
Por sobre la sandalia rota y enrojecida, 
tal sonrisa, la insigne flor de su santidad.


¡Dulce ser! En su río de mieles, caudaloso, 
largamente abrevaba sus tigres el dolor! 
Los hierros que le abrieron el pecho generoso 
¡más anchas le dejaron las cuencas del amor!


¡Oh, labriego, cuyo hijo de su labio aprendía 
el himno y la plegaria, nunca viste el fulgor 
del lucero cautivo que en sus carnes ardía: 
pasaste sin besar su corazón en flor!


Campesina, ¿recuerdas que alguna vez prendiste 
su nombre a un comentario brutal o baladí? 
Cien veces la miraste, ninguna vez la viste 
¡y en el solar de tu hijo, de ella hay más que de ti!


Pasó por él su fina, su delicada esteva, 
abriendo surcos donde alojar perfección. 
La albada de virtudes de que lento se nieva 
es suya. Campesina, ¿no le pides perdón?


Daba sombra por una selva su encina hendida 
el día en que la muerte la convidó a partir. 
Pensando en que su madre la esperaba dormida, 
a La de Ojos Profundos se dio sin resistir.


Y en su Dios se ha dormido, como un cojín de luna; 
almohada de sus sienes, una constelación; 
canta el Padre para ella sus canciones de cuna 
¡y la paz llueve largo sobre su corazón!


Como un henchido vaso, traía el alma hecha 
para volcar aljófares sobre la humanidad; 
y era su vida humana la dilatada brecha 
que suele abrirse el Padre para echar claridad.


Por eso aún el polvo de sus huesos sustenta 
púrpura de rosales de violento llamear. 
¡Y el cuidador de tumbas, como aroma, me cuenta, las 
plantas del que huella sus huesos, al pasar!



NOSOTROS LOS HOMBRES 

Vengo a buscarte, hermano, porque traigo el poema,
que es traer el mundo a las espaldas.
Soy como un perro que ruge a solas, ladra
a las fieras del odio y de la angustia,
echa a rodar la vida en mitad de la noche.
Traigo sueños, tristezas, alegrías, mansedumbres,
democracias quebradas como cántaros,
religiones mohosas hasta el alma,
rebeliones en germen echando lenguas de humo,
árboles que no tienen
suficientes resinas amorosas.
Estamos sin amor, hermano mío,
y esto es como estar ciegos en mitad de la tierra




De GABRIEL CELAYA:
Educar es lo mismo
que poner un motor a una barca…
Hay que medir, pensar, equilibrar…
y poner todo en marcha.
Pero para eso,
uno tiene que llevar en el alma
un poco de marino…
un poco de pirata…
un poco de poeta…
y un kilo y medio de paciencia concentrada.
Pero es consolador soñar,
mientras uno trabaja,
que ese barco, ese niño,
irá muy lejos por el agua.
Soñar que ese navío
llevará nuestra carga de palabras
hacia puertos distantes, hacia islas lejanas.
Soñar que, cuando un día
esté durmiendo nuestra propia barca,
en barcos nuevos seguirá
nuestra bandera enarbolada.



Te regalo un lápiz… (autor anónimo)
Porque en este mundo
de computadoras y avances tecnológicos,
el lápiz sigue siendo la forma
más sencilla de comunicar tus ideas
Te regalo un lápiz…
Porque tú como maestro
tendrás la oportunidad
de borrar y corregirte
cuando te equivoques.
Te regalo un lápiz…
Para que a diario
intentes escribir en el corazón
de los alumnos
la ciencia del amor y de la bondad
Te regalo un lápiz…
Para que escribas día con día
todas esas virtudes que por
naturaleza posees
y descubras lo grandioso que eres como ser humano.