Tres entregas:
A través de la poesía podemos encontrar justificaciones menos tediosas:
Entrega 1: Como se hace un diccionario según la RAE
Entrega 2: Prólogo de Jorge Luis Borges
Entrega 3: La mujer que escribió un diccionario de Gabriel García Márquez
Entrega 4: Oda al diccionario de Pablo Neruda
Entrega 5: Al adquirir una enciclopedia de Jorge Luis Borges
Texto editado el 17.04.2017 por segunda vez y ahora por tercera ocasión el 25.05.2017
Además encuentra la relación de diccionarios que la biblioteca Universitaria Unitrópico cuenta a disposición de su comunidad usuaria
Entrega 1
Cómo se hace el Diccionario, tal cómo lo indica la REAL ACADEMIA DE LA LENGUA ESPAÑOLA
El Pleno de los académicos es el órgano encargado de tomar las decisiones que afectan al Diccionario. Para poder mantener al día su repertorio, el Pleno académico cuenta con la ayuda del Instituto de Lexicografía y de diversas comisiones:
- La Comisión Delegada del Pleno y para el Diccionario, coordinadora de las demás, se encarga de los asuntos correspondientes a la técnica lexicográfica.
- Las comisiones del Pleno, encargadas de la preparación del Diccionario.
- Las comisiones especializadas, dedicadas a tareas específicas como la armonización de las obras académicas o el uso de la terminología lingüística en el Diccionario.
- Los académicos correspondientes, que realizan propuestas sobre el léxico de la zona donde residen.
- La Comisión Permanente de la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE), que canaliza las propuestas de léxico americano de las academias.
Las comisiones académicas elaboran las propuestas de adición, supresión o enmienda que posteriormente examinará el Pleno para decidir sobre su aprobación. El Instituto de Lexicografía prepara los materiales que se discuten en comisión y documenta las propuestas.
Una vez estudiadas por las comisiones y el Pleno, las propuestas pasan a consulta de las academias americanas que propondrán sus observaciones para que la modificación pueda ser aprobada definitivamente.
Cómo se actualiza
El proceso de actualización de un diccionario se centra en las siguientes tareas:
- La adición de nuevos artículos o acepciones.
- La supresión de artículos o acepciones ya existentes.
- La enmienda total o parcial de los artículos.
La preparación de cada nueva edición del diccionario académico implica, por tanto, la identificación de nuevas palabras o nuevos significados y la revisión de las palabras que ya figuraban en él. Esta revisión se realiza agrupando las palabras según diversos criterios, como el área temática a la que pertenecen (palabras de la música, palabras de la química...), por sus características gramaticales (sustantivos, conjunciones, adjetivos invariables…), por su procedencia (extranjerismos, revisión de etimología…), por el área geográfica en la que se documentan, etc.
Especialmente relevante es la puesta al día del Diccionario para que el tratamiento de sus definiciones y lemas responda a la doctrina que se expone en el resto de las obras académicas publicadas entre dos ediciones del Diccionario (Gramática, la Ortografía o el Diccionario de americanismos).
Las fuentes documentales del diccionario académico, que se han ido creando y ampliando en distintas etapas de su historia, son actualmente las siguientes:
- El banco de datos del español, que cuenta con más de 400 millones de registros de textos históricos y actuales de todos los países hispanohablantes.
- El fichero histórico de la Academia, con sus más de diez millones de papeletas léxicas y lexicográficas.
- Las obras de referencia y estudios monográficos sobre léxico.
- La Unidad Interactiva (UNIDRAE), un servicio creado para atender y canalizar las propuestas y sugerencias externas relacionadas con el Diccionario.
Gracias a estas fuentes y a las mejoras desarrolladas en su forma de consulta y utilización, los lexicógrafos pueden hoy por hoy obtener los datos precisos para la toma de decisiones de carácter normativo y para la preparación de las propuestas que posteriormente estudiarán las comisiones académicas.
Tomado de:
http://www.rae.es/diccionario-de-la-lengua-espanola/como-se-hace-el-diccionario
(Recuperado 17.04.2017)
Prefacio a un Diccionario
JORGE LUIS BORGES
Hay quienes no pueden imaginar un
mundo sin pájaro; hay quienes no pueden imaginar un mundo sin agua; en lo que a
mí se refiere, soy incapaz de imaginar un mundo sin libros. A lo largo de la
historia el hombre ha soñado y forjado un sinfín de instrumentos. Ha creado la
llave, una barrita de metal que permite que alguien penetre en un vasto
palacio. Ha creado la espada y el arado, prolongaciones del brazo del hombre
que los usa. Ha creado el telescopio, que le ha permitido indagar el alto
firmamento. Ha creado el libro, que es una extensión secular de su imaginación
y de su memoria.
A partir de los Vedas y de las
Biblias hemos acogido la noción de libros que son sagrados. En cierto modo,
todo libro lo es. En las páginas iniciales del Quijote, Cervantes dejó escrito
que solía recoger y leer cualquier pedazo de papel impreso que encontraba en la
calle. Cualquier papel que encierra una palabra es el mensaje que un espíritu
humano manda a otro espíritu. Ahora, como siempre, el inestable y precioso
mundo puede perderse. Sólo el libro puede salvarlo.
Hugo escribió que toda biblioteca
es un acto de fe; Emerson, que es un gabinete donde se guardan los mejores
pensamientos de los mejores. Al sajón y al escandinavo los maravillaron tanto
las letras que les dieron el nombre de runas; es decir, de misterios, de
cuchicheos.
Pese a mis reiterados viajes, soy
un modesto Alonso Quijano que no se ha atrevido a ser don Quijote, y que sigue
tejiendo y destejiendo las mismas fábulas antiguas. No sé si hay otra vida; si
hay otra, espero que me esperen en su recinto los libros que he leído bajo la
luna, con las mismas cubiertas y las mismas ilustraciones, quizá hasta con las
mismas erratas, y los que me depara aún el futuro.
Para un hombre ocioso y curioso
(yo aspiro a ambos epítetos), el diccionario y la enciclopedia son el más
deleitable de los géneros literarios. Para los trabajos de la imaginación no
hay mejor estímulo. Creo que el Occidente, y quizá el planeta, será bilingüe;
el español y el inglés, que se complementan, serán el habla común de la
humanidad.
En la península [ibérica] abundan
los idiomas y los dialectos; en este continente [América] el idioma es uno, con
mínimas diferencias locales. Persisten algunas lenguas indígenas, cuyo destino
es el olvido, y que se pierden cuando entran en el gran mar del castellano. De
todos los idiomas latinos, el portugués que se habla en el Brasil es el que
difiere menos del nuestro [de los argentinos].
Este libro [el diccionario
enciclopédico Grijalbo], que ha sido elaborado por los eruditos de todas las
regiones del castellano, quiere examinar y ordenar el creciente lenguaje que
abarca los dos hemisferios y que se estudia con amor en todas las ciudades del
mundo.
Buenos Aires, 14 de junio de 1985
Martes 21 de Mayo de 2013 8:30 pm., durante la realización del foro y en pleno tiempo de exámenes parciales |
Martes 21 de Mayo de 2013 8:30 pm., furor de ajedrecistas y pensadores |
Martes 21 de Mayo de 2013 8:30 pm., negociando con el turco |
Martes 21 de Mayo de 2013 8:30 pm., se agoto la silletería en la biblioteca |
Martes 21 de Mayo de 2013 8:30 pm., concentración absoluta |
Martes 21 de Mayo de 2013 8:30 pm., y sigue el ajedrez mandando la parada |
Martes 21 de Mayo de 2013 8:30 pm., los cascos también estudian |
Martes 21 de Mayo de 2013 8:30 pm., ¿que estará pasando con la democracia? |
Entrega 3
La Mujer que Escribió un Diccionario
Hace tres semanas, de paso por
Madrid, quise visitar a María Moliner. Encontrarla no fue tan fácil como yo
suponía: algunas personas que debían saberlo ignoraban quién era, y no faltó
quien la confundiera con una célebre estrella de cine. Por fin logré un
contacto con su hijo menor, que es ingeniero industrial en Barcelona, y él me
hizo saber que no era posible visitar a su madre por sus quebrantos de salud.
Pensé que era una crisis momentánea y que tal vez pudiera verla en un viaje
futuro a Madrid. Pero la semana pasada, cuando ya me encontraba en Bogotá, me
llamaron por teléfono para darme la mala noticia de que María Moliner había
muerto. Yo me sentí como si hubiera perdido a alguien que sin saberlo había
trabajado para mí durante muchos años.María Moliner -para decirlo del modo más
corto- hizo una proeza con muy pocos precedentes: escribió sola, en su casa,
con su propia mano, el diccionario más completo, más útil, más acucioso y más
divertido de la lengua castellana. Se llama Diccionario de uso del español, tiene
dos tomos de casi 3.000 páginas en total, que pesan tres kilos, y viene a ser,
en consecuencia, más de dos veces más largo que el de la Real Academia de la
Lengua, y -a mi juicio- más de dos veces mejor. María Moliner lo escribió en
las horas que le dejaba libre su empleo de bibliotecaria, y el que ella
consideraba su verdadero oficio: remendar calcetines. Uno de sus hijos, a quien
le preguntaron hace poco cuántos hermanos tenía, contestó: «Dos varones, una
hembra y el diccionario». Hay que saber cómo fue escrita la obra para entender
cuánta verdad implica esa respuesta.
María Moliner nació en Paniza, un
pueblo de Aragón, en 1900. O, como ella decía con mucha propiedad: « En el año
cero". De modo que al morir había cumplido los ochenta años. Estudió
Filosofía y Letras en Zaragoza y obtuvo, mediante concurso, su ingreso al
Cuerpo de Archiveros y Bibliotecarios de España. Se casó con don Fernando Ramón
y Ferrando, un prestigioso profesor universitario que enseñaba en Salamanca una
ciencia rara: base física de la mente humana. María Moliner crió a sus hijos
como toda una madre española, con mano firme y dándoles de comer demasiado, aun
en los duros años de la guerra civil, en que no habla mucho que comer. El mayor
se hizo médico investigador, el segundo se hizo arquitecto y la hija se hizo
maestra. Sólo cuando el menor empezó la carrera de ingeniero industrial, María
Moliner sintió que le sobraba demasiado tiempo después de sus cinco horas de
bibliotecaria, y decidió ocuparlo escribiendo un diccionario. La idea le vino
del Learner's
Dictionary, con el cual aprendió el inglés. Es un diccionario
de uso; es decir, que no sólo dice lo que significan las palabras, sino que
indica también cómo se usan, y se incluyen otras con las que pueden
reemplazarse. «Es un diccionario para escritores», dijo María Moliner una vez,
hablan do del suyo, y lo dijo con mucha razón. En el diccionario de la Real
Academia de la Lengua, en cambio, las palabras son admitidas cuando ya están a
punto de morir, gastadas por el uso, y sus definiciones rígidas parecen
colgadas de un clavo. Fue contra ese criterio de embalsamadores que María
Moliner se sentó a escribir su diccionario en 1951. Calculó que lo terminaría
en dos años, y cuando llevaba diez todavía andaba por la mitad. «Siempre le
faltaban dos años para terminar», me dijo su hijo menor. Al principio le
dedicaba dos o tres horas diarias, pero a medida que los hijos se casaban y se
iban de la casa le quedaba más tiempo disponible, hasta que llegó a trabajar
diez horas al día, además de las cinco de la biblioteca. En 1967 -presionada
sobre todo por la Editorial Gredos, que la esperaba desde hacía cinco años- dio
el diccionario por terminado. Pero siguió haciendo fichas, y en el momento de
morir tenía varios metros de palabras nuevas que esperaba ver incluidas en las
futuras ediciones. En realidad, lo que esa mujer de fábula había emprendido era
una carrera de velocidad y resistencia contra la vida.
Su hijo Pedro me ha contado cómo
trabajaba. Dice que un día se levantó a las cinco de la mañana, dividió una
cuartilla en cuatro partes iguales y se puso a escribir fichas de palabras sin
más preparativos. Sus únicas herramientas de trabajo eran dos atriles y una
máquina de escribir portátil, que sobrevivió a la escritura del diccionario.
Primero trabajó en la mesita de centro de la sala. Después, cuando se sintió
naufragar entre libros y notas, se sirvió de un tablero apoyado sobre el respaldar
de dos sillas. Su marido fingía una impavidez de sabio, pero a veces medía a
escondidas las gavillas de fichas con una cinta métrica, y les mandaba noticias
a sus hijos. En una ocasión les contó que el diccionario iba ya por la última
letra, pero tres meses después les contó, con las ilusiones perdidas, que había
vuelto a la primera. Era natural, porque María Moliner tenía un método
infinito: pretendía agarrar al vuelo todas las palabras de la vida. «Sobre todo
las que encuentro en los periódicos», dijo en una entrevista. «Porque allí
viene el idioma vivo, el que se está usando, las palabras que tienen que
inventarse al momento por necesidad». Sólo hizo una excepción: las mal llamadas
malas palabras, que son muchas y tal vez las más usadas en la España de todos
los tiempos. Es el defecto mayor de su diccionario, y María Moliner vivió
bastante para comprenderlo, pero no lo suficiente para corregirlo.
Pasó sus últimos años en un
apartamento del norte de Madrid, con una terraza grande, donde tenía muchos
tiestos de flores, que regaba con tanto amor como si fueran palabras cautivas.
Le complacían las noticias de que su diccionario había vendido más de 10.000
copias, en dos ediciones, que cumplía el propósito que ella se había impuesto y
que algunos académicos de la lengua lo consultaban en público sin ruborizarse.
A veces le llegaba un periodista desperdigado. A uno que Ie preguntó por qué no
contestaba las numerosas cartas que recibía le contestó con más frescura que la
de sus flores: «Porque soy muy perezosa». En 1972 fue la primera mujer cuya
candidatura se presentó en la Academia de la Lengua, pero los muy señores
académicos no se atrevieron a romper su venerable tradición machista. Sólo se
atrevieron hace dos años, y aceptaron entonces la primera mujer, pero no fue
María Moliner. Ella se alegró cuando lo supo, porque le aterrorizaba la idea de
pronunciar el discurso de admisión. «¿Qué podía decir yo », dijo entonces, «si
en toda mi vida no he hecho más que coser calcetines?».
Copyright 1981, Gabriel García
Márquez-ACI.
Enlace de descarga de Frases Celebres de los Premios Nobel:
https://docs.google.com/file/d/0B4m-nzr6GiUNSHZoMWtveVZZS0k/edit?usp=sharing
Publicado el 24 de noviembre de 2013 y re-editado el 17 de abril de 2017
ADEMÁS:
ODA AL DICCIONARIO
de Pablo Neruda
LOMO de buey, pesado cargador, sistemático libro espeso: de joven te ignore, me vistió la suficiencia y me creí repleto, y orondo como un melancólico sapo dictaminé: "Recibo las palabras directamente del Sinaí bramante. Reduciré las formas a la alquimia. Soy mago". El gran mago callaba. El Diccionario, viejo y pesado, con su chaquetón de pellejo gastado, se quedó silencioso sin mostrar sus probetas. Pero un día, después de haberlo usado y desusado, después de declararlo inútil y anacrónico camello, cuando por largos meses, sin protesta, me sirvió de sillón y de almohada, se rebeló y plantándose en mi puerta creció, movió sus hojas y sus nidos, movió la elevación de su follaje: árbol era, natural, generoso manzano, manzanar o manzanero, y las palabras, brillaban en su copa inagotable, opacas o sonoras fecundas en la fronda del lenguaje, cargadas de verdad y de sonido. Aparto una sola de sus páginas: Caporal Capuchón qué maravilla pronunciar estas sílabas con aire, y más abajo Cápsula hueca, esperando aceite o ambrosía, y junto a ellas Captura Capucete Capuchina Caprario Captatorio palabras que se deslizan como suaves uvas o que a la luz estallan como gérmenes ciegos que esperaron en las bodegas del vocabulario y viven otra vez y dan la vida: una vez más el corazón las quema. Diccionario, no eres tumba, sepulcro, féretro, túmulo, mausoleo, sino preservación, fuego escondido, plantación de rubíes, perpetuidad viviente de la esencia, granero del idioma. Y es hermoso recoger en tus filas la palabra de estirpe, la severa y olvidada sentencia, hija de España, endurecida como reja de arado, fija en su límite de anticuada herramienta, preservada con su hermosura exacta y su dureza de medalla. O la otra palabra que allí vimos perdida entre renglones y que de pronto se hizo sabrosa y lisa en nuestra boca como una almendra o tierna como un higo. Diccionario, una mano de tus mil manos, una de tus mil esmeraldas, una sola gota de tus vertientes virginales, un grano de tus magnánimos graneros en el momento justo a mis labios conduce, al hilo de mi pluma, a mi tintero. De tu espesa y sonora profundidad de selva, dame, cuando lo necesite, un solo trino, el lujo de una abeja, un fragmento caído de tu antigua madera perfumada por una eternidad de jazmineros, una sílaba, un temblor, un sonido, una semilla: de tierra soy y con palabras canto. Al adquirir una enciclopedia, notas de Jorge Luis Borges Aquí la vasta enciclopedia de Brockhaus, aquí los muchos y cargados volúmenes y el volumen del atlas, aquí la devoción de Alemania, aquí los neoplatónicos y los gnósticos, aquí el primer Adán y Adán de Bremen, aquí el tigre y el tártaro, aquí la escrupulosa tipografía y el azul de los mares, aquí la memoria del tiempo y los laberintos del tiempo, aquí el error y la verdad, aquí la dilatada miscelánea que sabe más que cualquier hombre, aquí la suma de la larga vigilia. Aquí también los ojos que no sirven, las manos que no aciertan, las ilegibles páginas, la dudosa penumbra de la ceguera, los muros que se alejan. Pero también aquí una costumbre nueva de esta costumbre vieja, la casa, una gravitación y una presencia, el misterioso amor de las cosas que nos ignoran y se ignoran. Además encuentra la relación de diccionarios que la biblioteca Universitaria Unitrópico cuenta a disposición de su comunidad usuaria:
ABC ilustrado de ecología y medio ambiente / Néstor Julio Fraume Restrepo -- Bogotá: Grupo Editorial Avanza, 2008 - 872p.: il.color
Diccionario ordenado de la A a la Z, ilustrado al cambiar de letra.
Esta publicación contiene en las páginas iniciales la Declaración de Río sobre el medio ambiente y el desarrollo que recoge los Acuerdos Internacionales que reafirman la Declaración de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Humano en 1972 (páginas 12 a 17).
Además, al final del texto, van varios recursos:
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