Y le cantamos todos
EN ESPAÑOL
Todos los idiomas tienen su maravilla.
No voy a decir que no.
Pero el español la tiene más,
como lo decís vosotros,
y como lo dicen ellos,
y como lo digo yo.
Cada canto que yo canto
es un canto al español,
rica lengua, lengua rica
sin igual en su esplendor.
Del latín tiene la lógica y la fuerza y la pasión,
y del griego la nobleza, la elegancia, la armonía,
del árabe la cadencia, el lujo, la fantasía,
y de su mezcla de pueblos el misterio encantador.
Mi caballo habla español
porque en español me entiende;
cuando le hablo en inglés
se hace el desentendido,
pues nunca antes había oído
otro distinto sonido
que el de la lengua española
con que le hablo al oído.
En sus enhiestas orejas
cada sílaba resuena
con un timbre conocido,
heredado de su abuela.
Me topé con qué culebra,
culebra guarda-caminos.
La conjuré en español
y así me dejó pasar,
haciéndome reverencia
con su gran agilidad.
Si en inglés le hubiera hablado
seguro me habría mordido.
Las culebras son así:
tienen muy fino el oído.
No quise aprender idiomas.
Con el español me basta.
Para escribir en inglés
tendría que traducirlo
al castellano de España,
dicho español en América
porque de España proviene,
que a pesar de los pesares
se le llama Madre España.
Puede decir cualquier cosa,
pero no que suene mal.
Siempre suena si disuena,
y si disuena da igual.
La lengua es de nacimiento.
De poco sirve aprendida.
Aprendida suena falsa.
Eso se nota enseguida.
Cuando mi madre me dijo
unas primeras palabras,
me dicen que sonreí,
encantado con el habla.
Después cuando fui a la escuela,
para estudiar la gramática,
eso no me gustó nada,
pues no era necesaria.
Mi madre me había leído
lo que había por leer,
y con eso había aprendido
lo que había que aprender.
No te enredes con gramáticas.
Basta el sentido tener
de la lengua, que ella misma
todo te lo hará saber.
La lengua la hacen los pueblos,
poco a poco, a su entender,
ayudados por los diablos.
La gramática es después.
Gloria a la lengua de España
por su clara inteligencia,
por la música que encierra,
su precisión y su ciencia.
Para hablar en español
no se necesita nada:
sólo hacerle caso al cuerpo,
y el sentido de la danza.
De ocho sílabas en ocho,
como danzando y cantando,
el español se compone
a la manera de un canto.
La décima y el cuarteto,
el terceto y la sextilla,
te salen mucho mejor
cuando en español se rima.
No hay para qué argumentar,
la evidencia lo atestigua,
siendo la lengua española
tan moderna como antigua.
Con metro y rima o sin rima,
y en prosa canto mejor,
pues no existe mejor canto
que cantar en español.
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ELOGIO DE LA LENGUA CASTELLANA
de Juana Ibarbourou
¡Oh, lengua de los cantares!
¡oh, lengua del Romancero!
te habló Teresa la mística,
te habla el hombre que yo quiero.
En ti he arrullado a mi hijo
e hice mis cartas de novia.
Y en ti canto.
¡Oh, lengua de los cantares!
¡oh, lengua del Romancero!
te habló Teresa la mística,
te habla el hombre que yo quiero.
En ti he arrullado a mi hijo
e hice mis cartas de novia.
Y en ti canta el pueblo mío
el amor, la fe, el hastío,
el desengaño que agobia.
¡Lengua en que reza mi madre
y en la que dije: ¡Te quiero!
una noche americana
millonaria de luceros.
La más rica, la más bella,
la altanera, la bizarra,
la que acompaña mejor
las quejas de la guitarra.
¡La que amó el Manco glorioso
y amó Mariano de Larra!
Lengua castellana mía,
lengua de miel en el canto,
de viento recio en la ofensa,
de brisa suave en el llanto.
La de los gritos de guerra
más osados y más grandes,
¡la que es cantar en España
y vidalita en los Andes!
¡Lengua de toda mi raza,
habla de plata y cristal,
ardiente como una llama,
viva cual un manantial!
a el pueblo mío
el amor, la fe, el hastío,
el desengaño que agobia.
¡Lengua en que reza mi madre
y en la que dije: ¡Te quiero!
una noche americana
millonaria de luceros.
La más rica, la más bella,
la altanera, la bizarra,
la que acompaña mejor
las quejas de la guitarra.
¡La que amó el Manco glorioso
y amó Mariano de Larra!
Lengua castellana mía,
lengua de miel en el canto,
de viento recio en la ofensa,
de brisa suave en el llanto.
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CANTAR EN ESPAÑOL
Escribir en español es la delicia de las delicias, por su riqueza y flexibilidad.
Pensar en español es la fortuna de las fortunas, por su precisión y claridad.
Cantar en español es el placer de los placeres, por su sonoridad y belleza.
Hablar en español es la maravilla de las maravillas, por su libertad y seducción.
Amar en español es el encanto de los encantos, por su ternura y expresividad.
Vociferar en español es el gusto de los gustos, por su fuerza y contundencia.
Secretear en español es el regocijo de los regocijos, por su cadencia y delicadeza.
Orar en español es la bendición de las bendiciones, por su fervor y concisión.
Jugar en español es la diversión de las diversiones, por su astucia y malicia.
Mentir en español es el deleite de los deleites, por su artificio y esplendor.
Soñar en español es la felicidad de las felicidades, por su ilusión y fantasía.
Vivir en español es la suerte de las suertes, por su variedad e intensidad.
Morir en español es el deseo de los deseos, por la palabra Adiós y la palabra Gracias.
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POESÍA ES UN ARMA CARGADA DE FUTURO
Gabriel Celaya
(De "Cantos iberos", 1955)
Cuando ya nada se espera personalmente exaltante,
mas se palpita y se sigue más acá de la conciencia,
fieramente existiendo, ciegamente afirmando,
como un pulso que golpea las tinieblas,
cuando se miran de frente
los vertiginosos ojos claros de la muerte,
se dicen las verdades:
las bárbaras, terribles, amorosas crueldades.
Se dicen los poemas
que ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados,
piden ser, piden ritmo,
piden ley para aquello que sienten excesivo.
Con la velocidad del instinto,
con el rayo del prodigio,
como mágica evidencia, lo real se nos convierte
en lo idéntico a sí mismo.
Poesía para el pobre, poesía necesaria
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por minuto,
para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.
Porque vivimos a golpes, porque a penas si nos dejan
decir que somos quien somos,
nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.
Estamos tocando el fondo.
Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.
Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos sufren
y canto respirando.
Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas
personales, me ensancho.
Quisiera daros vida, provocar nuevos actos,
y calculo por eso con técnica, qué puedo.
Me siento un ingeniero del verso y un obrero
que trabaja con otros a España en sus aceros.
Tal es mi poesía: poesía-herramienta
a la vez que latido de lo unánime y ciego.
Tal es, arma cargada de futuro expansivo
con que te apunto al pecho.
No es una poesía gota a gota pensada.
No es un bello producto. No es un fruto perfecto.
Es algo como el aire que todos respiramos
y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos.
Son palabras que todos repetimos sintiendo
como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado.
Son lo más necesario: lo que no tiene nombre.
Son gritos en el cielo, y en la tierra, son actos.
La de los gritos de guerra
más osados y más grandes,
¡la que es cantar en España
y vidalita en los Andes!
¡Lengua de toda mi raza,
habla de plata y cristal,
ardiente como una llama,
viva cual un manantial!
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