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miércoles, 13 de noviembre de 2019

Fernando González Ochoa, un lector tras las huellas de la colombianidad

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FERNANDO GONZALEZ OCHOA, el filosofo de Otraparte (1895 a 1964)

Durante la semana santa de 1979, es decir la semana pasada, me entretuve leyendo un libro en el cual el autor cuestionaba un padre de la Patria, Santander: en un lenguaje muy comprensible narraba las buenas y las malas venturas del hombre de las leyes en este país. Publicado por la editorial Bedout de Medellín. En la caratula de la portada hay una máscara con un fino bigote y una mirada sin rostro. Para eso son las máscaras me dijo alguien, para esconder el rostro  y me hablo del prestigio del Carnaval de Venecia, evento de talla mundial para el arte y la cultura.

Mi pregunta, ingenua por demás, fue en torno a esta máscara. De la portada del libro publicado por la desaparecida editorial Bedout de Medellín.


Todavía hoy leo libros de historia de Colombia para cotejar muchas de las afirmaciones del Maestro de Otraparte. Es un autor que nos enseña sobre "colombianidad". La responsabilidad social que nos lastra por no promover estas lecturas se siente cuando estos libros se ahogan en una inundación o los quema cualquier incendió o cualquier purga que ejerza la censura (de cualquiera ideología o locura).  Que a los diez y siete años a uno le tumben sus ídolos es una experiencia que alecciona para el resto de la vida. A partir de ese momento he bailado con la Señora Duda cada vez que me hablan los políticos en nombre de la Ley y los leguleyo en nombre de lo común.  

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Con el tiempo supe que este libro lo escribió al recoger las notas que averiguo mientras le hacia un pedestal a Simón Bolívar. Mi admiración y respeto hacia el libertador hasta leer a Evelio José Rosero. Pero alguien me remendó el pedestal y con una curia que me lleva a colgar una imagen de Bolívar en i estancia privada, donde solo entran mis amantes y mis dioses: Bolívar de William Ospina.




OTRAPARTE

Siempre me sonó esta expresión a lejanía, a destierro, "a la porra". Hay muchas expresiones similares que indican ese mandato sobre todo a quien no se quiere volver a ver. El Maestro Fernando González se llevó a la tumba que quería decir cuando a su casa con aspecto rural, al lado de la carretera que comunicaba a Medellín con envigado la nombró asó. Antes se llamaba la Huerta del Alemán. Esta foto muestra la hospitalidad de esta casa y de sus noble e ilustres habitantes. Hoy es un museo que disfrutan esos jóvenes en los cuales el Maestro de Otraparte alimentaba tantas esperanzas. Hoy hay sentimientos colombianistas más concretos que en ese entonces (desde los años veinte hasta los años sesenta del siglo problemático y febril)
 

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Hizo parte del grupo  los panidas, de quien León de Greiff escribió el poema: 


Balada trivial de los 13 Panidas- 1916
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I

 

Músicos, rápsodas, prosistas,

poetas, poetas, poetas,

pintores, caricaturistas,

eruditos, nimios estetas;

románticos o clasicistas,

y decadentes —si os parece—

pero, eso sí, locos y artistas

¡los Panidas éramos trece!

 

II

 

Melenudos de líneas netas,

líricos de aires anarquistas,

hieráticos anacoretas,

dandys, troveros, ensayistas,

en fin, sabios o analfabetas,

y muy pedantes, —si os parece—

explotadores de agrias vetas

¡los Panidas éramos trece!

 

III

 

De atormentados macabristas

figuras lívidas y quietas,

rollizas caras de hacendistas,

trágicos rostros de profetas…;

y satíricos y humoristas,

o muy ingenuos, —si os parece—

en el Café de los Mokistas

¡los Panidas éramos trece!

 

IV

 

Sutiles frases y discretas,

y paradojas exotistas,

sentencias sólidas, escuetas,

y jeroglíficos sofistas;

y las mordaces cuchufletas

envenenadas, —si os parece—

que en el Concilio de Agoretas

¡los Panidas éramos trece!

 

V

 

Y orquestaciones wagneristas,

—trompas y tubas y trompetas—,

o serenatas mozartistas

y sinfonías y retretas

de los maestros exorcistas,

beethovenianos, —si os parece—,

que en el Salón (bombos o arpistas)

¡los Panidas éramos trece!

 

VI

 

Y los de pluma o de paletas,

altos poetas o coplistas,

los violinistas y cornetas,

en veladas aquelarristas

—¡sesiones íntimas, secretas!—

y en bodegones, —si os parece—

en esas citas indiscretas

¡los Panidas éramos trece!

 

VII

 

¡Fumívoros y cafeístas

y bebedores musagetas!

Grandilocuentes, camorristas,

Crispines de elásticas tretas;

inconsolables, optimistas,

o indiferentes, —si os parece—

en nuestros Sábbats liturgistas

¡los Panidas éramos trece!

 

Envío

 

Ilustres críticos-ascetas

serios, solemnes, metodistas,

¡tribu de vacuos logotetas!:

¡andad al diablo! —si os parece—:

nosotros, —¡bárbaros sanchistas!—,

¡los Panidas éramos trece!

 

Fuente consultada:

León de Greiff – Obra poética. Tomo 1, Universidad Nacional, sede Bogotá, 2004, p.p: 75 – 77. 

 









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