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jueves, 3 de mayo de 2018

GUAPETÓN otra vez lo quieren fuera de la biblioteca, y una respuesta en el facebook







 

Esta respuesta es parcial a una solicitud dispersa y dolorosa:
“Que saquen ese perro de la biblioteca”
Muchas voces apoyan el perro y otras tantas, lo atacan. Como bibliotecólogo y jefe de biblioteca rechacé desde el principio que el perro se cebara en las instalaciones dado que éstas son insuficientes para la cantidad de visitas que recibimos al día (oscila entre 80 y 95 usuarios visitantes en tiempos normales. En tiempos de exámenes, llegamos a recibir hasta 150). Por lo tanto, era y es inconveniente, discutí razones higiénicas para rechazar su presencia. Pero entre más lo rechazaba, el perro más se apegaba al espacio. Al punto que aprendimos a cuidarlo entre todos los funcionarios de la biblioteca. Su primera protectora fue Yuliana Rangel, quien, dicho sea de paso, lo re-bautizó: De Arandú paso a llamarse Guapetón. Cuando se enfermó por primera vez hubo brigadas para atenderlo en clínica veterinaria, se le curo una TBT y desde la clínica donde lo atendieron a cuerpo de rey se le consiguió un hogar en la vereda Matepantano, de donde huyó y regresó a sus andanzas en la Unitrópico y sus alrededores. Puede ser un guianza sobresaliente en Yopal, cualquier hotel lo puede contratar porque es muy amigable con quien le da una empanada entera y él de seguro mostrará los mejores espacios para un turista exigente.


Es muy manso, tanto en la biblioteca como en los espacios cerrados donde le brindan acogida. Recuerda a todo aquel que le ha dado un tanto de su atención y tiempo. Pero cuando sale a la calle se enloquece. Es un muy buen mal padre, ha dejado muchos cachorros por ahí en el barrio 20 de julio o en los alrededores del SENA. Es jodido, algo le hicieron en la Biblioteca Departamental porque allí dejo sus señas repugnantes de rechazo. En las avenidas, muestra su fiereza a los habitantes de la calle, a los ciclistas que lo han amenazado y algunos trabajadores uniformados. Se vuelve una amenaza ambulante. Una experta en perros callejeros me decía: “aprendió a defenderse. En las calles, se vive a dentadas”.
De todas las carreras son muchos los estudiantes, los profesores y los funcionarios que lo quieren y, de seguro, también muchos lo rechazan. La formación bibliotecaria tradicional excluye los animales de compañía en las bibliotecas. Procuré hasta donde pude por cumplir esa práctica; pero él supo poner patas arriba mis órdenes en contraste con las vacilaciones en las que me he visto ante el debate de la bioética y el cuidado en armonía con los otros seres vivientes. Una línea misional del contexto es la comprensión pragmática de la biodiversidad. Desde preguntas y argumentos como sigue: “¿Por qué le molesta el perro?, vea que lo sigue porque Usted la da comida y ellos son muy fieles y agradecidos” hasta las mismas zalemas y malicias del conchoso me llevaron a convertirme en su ferviente cuidandero. No le he querido cambiar sus hábitos callejeros porque no tengo la vida comprada y tampoco sé que puede suceder el día de mañana.
Cuando llegó a la biblioteca, a finales del año 2013, ya se defendía solo… esa competencia no se le puede suprimir, además él, en su infinita libertad canina, no lo va a permitir. Hoy recibimos apoyos para su cuidado: cepillos de serda gruesa para limpiar las sillas que, abusivamente ocupa, perfumes, ambientadores y jabones para que huela al gusto de los exquisitos humanos. Vacunas y desparisitantes. Sus necesidades las hace donde a nadie moleste. Ya dije que es altamente mercenario, su corazón se rinde ante una suculenta presa, es compinchero, enamoradizo y se le vé en cualquier lar de este Yopal pujante en unos coqueteos de todo clima. Una noche estuvimos en el bar de Jack y allí los unitropistas lo presentaban orgullosos a los otros universitarios de Yopal. A mí nadie me vio, él se robó la atención. En la Triada en diciembre pasado le hicieron un homenaje al Maestro Ramón Cedeño al cual fuimos invitados y su comportamiento fue envidiable, tiene oído para el arpa. Para comprender ese espíritu libre he leído poesía de José Emilio Pacheco (Mexicano), Alberto Cortés (Argentino), José Manuel Marroquín y Rafael Pombo (Colombianos). El año pasado una escritora caleña se ganó el Premio Nacional de Novela en la cual nos cuenta una bella epopeya titulada “La Perra”. Guapetón, se sube a los escenarios con la confianza de los experimentados en la comedia de la vida, nos desafía moviendo la cola o brincando ante la sorpresa del re-encuentro con aquel dadivoso que le mimó ocasionalmente.
Resulta que Guapetón hoy es una dulce compañía en la institución, asiste a los eventos comunes, visita todas las oficinas, va a las aulas de clase, muy puntual no falta a la hora del almuerzo en la cafetería, tiene reloj propio. Desde su alimentación, sus hábitos, su salud y ese historial que lo hace único. Cuando en la calle me encuentro con egresados, siempre me preguntan por “Guapetón”.
Contamos con un amplio registro fotográfico de las mil formas como se solaza y, más, cuando se sabe protagonista de la orquesta. En mi vida he concretado muchas acciones de corte cultural, pero en una he sido completamente ineficiente: fui incapaz de retirarlo de la biblioteca. Los que estén interesados en conocer sobre su historia pueden leerla en el bloghttp://www.fedeerratas.info/…/del-perro-que-tenia-mil-nombr… (25.04.2018) Siempre consigue lo que quiere.. tanto que termine adoptándolo.
Pero, Usted que quiere que lo retiremos, le pido el favor que me ayude a buscarle un hogar donde él cambie su vida callejera. Algunos más exagerados me han propuesto la eutanasia, y yo, cual Pilatos, con cierto cinismo la he autorizado. Tal vez porque sé que al corazón casanareño el amor por los animales los vuelve más endebles que a mí.
Para concluir le cito aspectos básicos de la Ley 1774 de 2016 que en su objeto reza:
“Artículo 1°. Objeto.
Los animales como seres sintientes no son cosas, recibirán especial protección contra el sufrimiento y el dolor, en especial, el causado directa o indirectamente por los humanos, por lo cual en la presente ley se tipifican como punibles algunas conductas relacionadas con el maltrato a los animales, y se establece un procedimiento sancionatorio de carácter policivo y judicial”.
Además, pilas con lo siguiente:
“Artículo 3°. Principios.
a) Protección al animal. El trato a los animales se basa en el respeto, la solidaridad, la compasión, la ética, la justicia, el cuidado, la prevención del sufrimiento, la erradicación del cautiverio y el abandono, así cama de cualquier forma de abuso, maltrato, violencia, y trato cruel;
b) Bienestar animal. En el cuidado de los animales, el responsable o tenedor de ellos asegurará como mínimo:
1. Que no sufran hambre ni sed;
2. Que no sufran injustificadamente malestar físico ni dolor;
3. Que no les sean provocadas enfermedades por negligencia o descuido;
4. Que no sean sometidos a condiciones de miedo ni estrés;
5. Que puedan manifestar su comportamiento natural;
c) Solidaridad social. El Estado, la sociedad y sus miembros tienen la obligación de asistir y proteger a los animales con acciones diligentes ante situaciones que pongan en peligro su vida, su salud o su integridad física. Asimismo, tienen la responsabilidad de tomar parte activa en la prevención y eliminación del maltrato, crueldad y violencia contra los animales; también es su deber abstenerse de cualquier acto injustificado de violencia o maltrato contra estos y denunciar aquellos infractores de las conductas señaladas de los que se tenga conocimiento”.

Atentamente,

LUIS EMIRO ÁLVAREZ
Jefe de biblioteca
Bibliotecólogo UdeA. – TP 760 CNB
biblioteca@unitrópico.edu.co


Perra vida 

De José Emilio Pacheco                                                                                                                             
(poeta mexicano - vivió 1939 a 2014) 

Despreciamos al perro por dejarse
domesticar y ser obediente.
Llenamos de rencor el sustantivo perro
para insultarlos.
Y una muerte indigna
es morir como un perro.

Sin embargo los perros miran y escuchan
lo que no vemos ni escuchamos.
A falta de lenguaje
(o eso creemos)
poseen un don que ciertamente nos falta.
Y sin duda piensan y saben.

Así pues,
resulta muy probable que nos desprecien
por nuestra necesidad de buscar amos,
por nuestro voto de obediencia al más fuerte.

De Álbum de Zoología (1998)

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