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jueves, 2 de febrero de 2023

¿Quien fue LEÓN DE GREIFF? el maestro de la certeza de la duda...

Fue un poeta de gran talla, una deliciosa lectura vacacional de la cual vale la pena memorizar  muchos de sus poemas, con muchos diccionarios a la mano, un cultor de las bellas palabras que contienen universos y contemplativo de los universos en cada palabra como bien catamos en el siguiente relato:


Relato de Sergio Stepanky: 

¡Juego mi vida!
¡Bien poco valía!
¡La llevo perdida
sin remedio!

Erik Fjordsson.

Juego mi vida, cambio mi vida,
de todos modos
la llevo perdida...

Y la juego o la cambio por el más infantil espejismo,
la dono en usufructo, o la regalo...

La juego contra uno o contra todos,
la juego contra el cero o contra el infinito,
la juego en una alcoba, en el ágora, en un garito,
en una encrucijada, en una barricada, en un motín;
la juego definitivamente, desde el principio hasta el fin,
a todo lo ancho y a todo lo hondo
—en la periferia, en el medio,
y en el sub-fondo...—

Juego mi vida, cambio mi vida,
la llevo perdida
sin remedio.
Y la juego, o la cambio por el más infantil espejismo,
la dono en usufructo, o la regalo...:
o la trueco por una sonrisa y cuatro besos:
todo, todo me da lo mismo:
lo eximio y lo rüin, lo trivial, lo perfecto, lo malo...

Todo, todo me da lo mismo:
todo me cabe en el diminuto, hórrido abismo
donde se anudan serpentinos mis sesos.

Cambio mi vida por lámparas viejas
o por los dados con los que se jugó la túnica inconsútil:
—por lo más anodino, por lo más obvio, por lo más fútil:
por los colgajos que se guinda en las orejas
la simiesca mulata,
la terracota nubia;
la pálida morena, la amarilla oriental, o la hiperbórea rubia:
cambio mi vida por una anilla de hojalata
o por la espada de Sigmundo,
o por el mundo
que tenía en los dedos Carlomagno: —para echar a rodar la bola...

Cambio mi vida por la cándida aureola
del idiota o del santo;
la cambio por el collar
que le pintaron al gordo Capeto;
o por la ducha rígida que llovió en la nuca
a Carlos de Inglaterra;
la cambio por un romance, la cambio por un soneto;
por once gatos de Angora,
por una copla, por una saeta,
por un cantar;
por una baraja incompleta;
por una faca, por una pipa, por una sambuca...

o por esa muñeca que llora
como cualquier poeta.

Cambio mi vida —al fiado— por una fábrica de crepúsculos
(con arreboles);
por un gorila de Borneo;
por dos panteras de Sumatra;
por las perlas que se bebió la cetrina Cleopatra—
o por su naricilla que está en algún Museo;
cambio mi vida por lámparas viejas,
o por la escala de Jacob, o por su plato de lentejas...

¡o por dos huequecillos minúsculos
—en las sienes— por donde se me fugue, en grises podres,
la hartura, todo el fastidio, todo el horror que almaceno en mis odres...!

Juego mi vida, cambio mi vida.
De todos modos
la llevo perdida...


Balada trivial
de los 13 Panidas


I

Músicos, rápsodas, prosistas,
poetas, poetas, poetas,
pintores, caricaturistas,
eruditos, nimios estetas;
románticos o clasicistas,
y decadentes —si os parece—
pero, eso sí, locos y artistas
¡los Panidas éramos trece!

II

Melenudos de líneas netas,
líricos de aires anarquistas,
hieráticos anacoretas,
dandys, troveros, ensayistas,
en fin, sabios o analfabetas,
y muy pedantes, —si os parece—
explotadores de agrias vetas
¡los Panidas éramos trece!

III

De atormentados macabristas
figuras lívidas y quietas,
rollizas caras de hacendistas,
trágicos rostros de profetas…;
y satíricos y humoristas,
o muy ingenuos, —si os parece—
en el Café de los Mokistas
¡los Panidas éramos trece!

IV

Sutiles frases y discretas,
y paradojas exotistas,
sentencias sólidas, escuetas,
y jeroglíficos sofistas;
y las mordaces cuchufletas
envenenadas, —si os parece—
que en el Concilio de Agoretas
¡los Panidas éramos trece!

V

Y orquestaciones wagneristas,
—trompas y tubas y trompetas—,
o serenatas mozartistas
y sinfonías y retretas
de los maestros exorcistas,
beethovenianos, —si os parece—,
que en el Salón (bombos o arpistas)
¡los Panidas éramos trece!

VI

Y los de pluma o de paletas,
altos poetas o coplistas,
los violinistas y cornetas,
en veladas aquelarristas
—¡sesiones íntimas, secretas!—
y en bodegones, —si os parece—
en esas citas indiscretas
¡los Panidas éramos trece!

VII

¡Fumívoros y cafeístas
y bebedores musagetas!
Grandilocuentes, camorristas,
Crispines de elásticas tretas;
inconsolables, optimistas,
o indiferentes, —si os parece—
en nuestros Sábbats liturgistas
¡los Panidas éramos trece!

Envío

Ilustres críticos-ascetas
serios, solemnes, metodistas,
¡tribu de vacuos logotetas!:
¡andad al diablo! —si os parece—:
nosotros, —¡bárbaros sanchistas!—,
¡los Panidas éramos trece!









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