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viernes, 5 de junio de 2020

ESTATUS DEL LECTOR: Los lectores son la razón de existir de las bibliotecas


 EL ESTATUS DEL LECTOR

Por  Luis Emiro Álvarez


Yopal nos necesita como ciudadanos


Para ser ciudadanos debemos prepararnos como lectores.

Al prepararnos como lectores recibimos un entrenamiento especial como soñadores. En el interior de un soñador, se abriga un héroe. Cada uno somos, desde el fondo de nosotros mismos un pequeño héroe que no conoce su grandeza pero si se sabe capaz de cambiar el mundo. Por esa la lectura es el mejor antídoto contra la vejez. La vejez no sólo es el desgaste natural de los cuerpos, es la renuncia total e inerme ante la aplastante ignorancia.

Yopal nos necesita, entonces, como lectores.


 Cuando asumimos el rol de lector asumimos la responsabilidad de pensar por nosotros mismos en lo individual y en lo colectivo

Desde la biblioteca ideamos, entre todos y cada uno, nuevas alternativas ante las desafiantes y demoledoras circunstancias. Cada lector es un escritor en potencia. Al escribir, damos fe de la senda por nuevas rutas tras nuevas utopías.  

Pero a largo plazo. Los grandes resultados de las ideas concebidas en estos recintos, por demás, celebrando
Cuando asumimos el rol de lector asumimos la responsabilidad de pensar por nosotros mismos en lo individual y en lo colectivo


Así en esta zona del país no se escuche mucho  la palabra gente, es una palabra que nos determina en nuestros rasgos comunes y nos da nombre. La etimología de este término data desde el siglo once y deviene del latín al referirse al grupo de familias que le dan membresía a un pueblo. Será necesario indagar entorno a la veracidad de estas afirmaciones. Inicialmente gente también quiere decir estatus. Una manera de constatar esta etimología se evidencia en la cotidianidad de las  bibliotecas. La tipología bibliotecaria se define según las gentes que las visitan. Son grupos de personas cuya afinidad las determinan sus hábitos, sus rutinas, sus intereses y sus actividades comunes.  Se diferencia de muchedumbre o multitud o masa. Gente es una palabra que será necesario asumirla en letras mayúsculas porque reúne rasgos comunes, de ahí la palabra gentilicio. Los raizales de Yopal son yopaleños. Los asiduos visitantes de las bibliotecas son lectores. 

Los lectores son la razón de existir de las bibliotecas. Ahora que los soportes de información cambian de la noche al día,  lo que debe mantenerse es el desafío de aprender a ser gente, es decir, ser lectores, ser personas, ser de un lugar al cual le damos linaje por nuestra manera de ser y estar en el mundo.  Los bibliotecarios también nos formamos como tal a través de nuestras relaciones cotidianas con los lectores. Los unos le damos nombradía a los otros. Antes de los papiros se hablo de las tabletas de arcilla. Luego fueron folios, después de libros, de opúsculos y de folletos y hoy y no sabemos hasta cuando se habla de tablet. Hubo un tiempo de mucho furor para los periódicos. Debemos tener presente los mapas cuyo formato espacial concreta la pertinencia de la información  Hoy son PDF, redes sociales, pantallazos, entre muchos otros de los cuales pasamos desapercibidos. En estos tiempos de transición hacia la sociedad del conocimiento, que vamos de la Web 2.0 hacia la Web 3.0 lo mínimo que debemos hacer es aprender nuevas y novedosas formas de leer, de escribir, de observar, de interpretar el mundo que nos rodea. Ya Paulo Freire afirma que "La lectura del mundo precede a la lectura del texto escrito". La importancia de las bibliotecas la da el buen trato que promulguemos hacia los otros, en la tarea de constituirnos como gente. Las abuelas colombianas solían afirmar que sólo entre la gente nos volvíamos gente. Sólo entre lectores nos volvemos una sociedad inteligente. 

Yopal nos necesita como ciudadanos. Colombia nos necesita colombianos. Seremos ciudadanos del mundo el día que interpretemos el papel que debemos jugar para un mundo mejor. Sin lugar a dudas, somos mejores ciudadanos y mejores personas, sí aprendemos a ser lectores. Muchedumbre es el nombre que se le da a la masa cuyo rol lo define el hecho no pensar. La masa no piensa porque no puede pensar y tampoco lo desea. Cuando asumimos el rol de lector asumimos la responsabilidad de pensar por nosotros mismos en lo individual y en lo colectivo. Un lector lo es, cuando deja de hacer parte de la muchedumbre y suma sus esfuerzos por generar inteligencia colectiva desde su aporte individual. Las bibliotecas existen para ayudarle a cada uno en esa tarea silenciosa y poco visible de aprender a leer, es decir, de aprender a interpretar el mundo. Amigo lector, ¿se le mide al desafío? Paola, Patricia, Yuliana, Yulie y Emiro estamos dispuestos a aprender a leer contigo.

Una primera versión para el periódico institucional UNITRÓPICO IN-FORMA - Yopal, diciembre 4 de 2015 - Re-editado para este blog el 20 de febrero de 2017





En la red nos sugieren muchas lecturas. Compilares los listados que os sugieren escritores que han trascendido sus fronteras, con las intención de ofrecer muchas alternativas a ls nuevos lectores a indagar, entre tantas receta, escoger aquellos que están a nuestro alcance, porque se pueden comprar en el país o porque su precio es adquirible a nuestros bolsillos. 

Empiezo con la sugerencia de Elena Poniatowska Amor (escritora mexicana): 


1. El Quijote, Miguel Cervantes de Saavedra
2. Ana Karenina, Leon Tolstoi
3. La plaza del diamante, Mercé Rodoreda
4. Pedro Páramo, Juan Rulfo
5. Rojo y negro, Stendhal
6. Madame Bovary, Gustave Flaubert
7. Crimen y castigo, Fiodor Dostoievski
8. El Principito Antoine de St. Exupéry
9. Rayuela, Julio Cortázar
10. Toda la obra de la poeta Wyslawa Szymborska










LOS IMPRESCINDIBLES DE RICARDO ROMERO


  • 2666, de Bolaño.
  • La saga de los confines, de Liliana Bodoc.
  • El ángel que nos mira, de Thomas Wolfe.
  • La novela luminosa, de Mario Levrero.
  • Todo Carson McCullers.
  • Todo M. John Harrison.
  • Todo Onetti.
  • Los siete locos y los lanzallamas, de Arlt.
  • La broma infinita, de Foster Wallace (aunque en dos minutos podría ser El rey pálido).
  • La mano izquierda de la oscuridad, de Ursula K. Le Guin.




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