- De la Incertidumbre bibliotecaria, escrita en la Biblioteca Pública Piloto de Medellín en 1997
- De profesión, lector, escrita en Yopal en el 2012
- Bibliotecarios del mundo ¡Huid del dogma! escrita en la biblioteca Parque de Belén en Medellín en el 2010
DE LA INCERTIDUMBRE BIBLIOTECARIA
Por Luis Emiro Alvarez
Toca al bibliotecario una suerte anónima y fugaz en el camino del otro. Es como una linterna, que sólo recordamos en los momentos de oscuridad intempestiva (de una linterna que funciona intermitentemente decimos que esta fallando, que ya no sirve) ¡ Cuidado ! Se agencia una voz entre preguntas y respuestas que no le permiten resquicios a la tergiversación ni al engaño.
Toca al bibliotecario una suerte anónima e Intrascendente. Es como un caleidoscopio: matemáticamente preciso para hallar ese matiz único y cotidiano en la interlocución intelectual que entabla con el buscador de saberes, sin importar la peripecia de éste, sino su necesidad. Aún no es comprensible, y menos, tolerable esa inversión de prioridades entre lo urgente y lo importante: a un bibliotecario no le perdonan el olvido (esa aparición y desaparición que juega con la esperanza y la escasa mesura, pero que también sabe sepultar lo que la voluntad humana sabiamente decide).
Toca al bibliotecario una suerte anónima y sorprendente, de hormigas: siempre ahí. Siempre ahí, haciendo posibles los caminos del saber, tales como los procedimientos del espeleólogo o del alquimista o del sembrador o del creyente o del pensador o del caminante o del que debate.
Toca al bibliotecario una suerte anónima y de batalla de donde viene y va. Es el co-equipero que avisa sobre los riesgos y oportunidades con tal sigilo y firmeza que equivocar o acertar sean unos alicientes sin iguales en el campo donde confrontan, necesariamente los nuevos y los viejos saberes por la obligada vigencia en la aplicación al trabajo de equipo... Hay que reiterar en la laboriosidad de la hormiga pero con la musicalidad de las cigarras en las riveras de los ríos...
Toca al bibliotecario una y mil suertes anónimas, porque al hablar, su voz es una sumatoria que no debe generalizar, voz que corre el riesgo de morir ahogada por la arena, enmudecida por el viento, o arrasada por las aguas, o peor aún, enmohecida por el polvo.
He ahí, entonces, que ante tantos e imperceptibles deberes, primero construya al Hombre que le toca asumir, antes que lo devore la vorágine del saber y sus haceres, tejidos en la telaraña inteligible e impredecible de los múltiples intereses humanos. Segundo y ante todo, comprenda que es bibliotecario porque cuida y difunde los saberes suyos y de otros en servicio y crecimiento de miles, los más, desconocidos e iguales en la circunstancia, pero que esperan la luz de esa linterna en un momento y en un lugar inesperado y preciso. Toca, por lo tanto, al bibliotecario, una comprensión universal acerca de que el laberinto sólo tiene una sola salida... Su mismo acceso.
Escrito mientras trabajaba como referencista en la sede principal de la Biblioteca Pública Piloto de Medellín de América Latina, para una niña que la quería leer en la izada de bandera en su escuela el día 23 de abril del año noventa y siete del siglo pasado.
Cuando se inventaron las efemérides todos los días son fiesta. Para el oficio del bibliotecario cada asociación nacional ha definido su fecha especial. Pero vale la pena que reconozcamos para quienes existimos, cuál es la esencia de nuestro oficio y para quienes es importantes que en las bibliotecas hayan quienes sirvan a manera de dulces y amigables "guarda bosques"... Viene un nuevo saludo que fue publicado en una sede del SENA en el Valle del Cauca:
DE PROFESIÓN, LECTOR / luis emiro a
Hoy, entiendo a Borges
con su vanidad de haber leído:
se sentía vivir un poco más,
sólo un poco más.
Dicen que Erasmo de Rodertam
dejaba de comer por acercarse a los libros.
Las historias de los bibliotecarios y
la historia de los libreros y
las historias de los editores
cuentan con algo en común:
muchos libros los esperan
y cuentan con su cuidado.
Las mejores lecciones de la paciencia
se desprenden de esas estanterías que esperan
y esperan y esperan a un lector de oficio.
Eso de que El Quijote siempre espera una re-lectura
tiene su saber y su encanto;
cuando uno lo dice desde la primera persona
del singular...¡Dígalo!: "El Quijote hoy me espera"
El quijote espera que lo lea, pues en el colegio lo soporté,
en la universidad lo exhibí y ahora, con los años
me acompaña, ahora, espera estar en las manos
de un lector de oficio.
Hay tantos lectores como intenciones e intereses
y vanidades y acosos y búsquedas y tropiezos.
Una vez te tropiezas con la Biblia,
tu palabra ya no es tu palabra.
Una vez que lees poesía en voz alta,
el viento se declara tu cómplice.
Una vez que te topas con la bibliología,
vuelves a mirar un libro como lo hacen los niños:
preguntando ¿Cómo hicieron este libro?
De un libro de dragones salió un monstruo
e invadió mi mesa de trabajo;
El quijote me persigue,
el álgebra y el ajedrez me asedian,
Rayuela y el Siglo de las luces esperan
y, ahora que aprendí a leer instrucciones
del origami,
los catálogos comerciales los escriben
en mandarín.
Quino, tal vez quería como yo,
ser lector de oficio, cuando dijo que,
"Justo cuando supo
todas las respuestas de la vida
le cambiaron las preguntas".
Luis Emiro, desde Yopal - nov. 2012
Les comparto además una reflexión colectiva con REBIPOA en abril del 2010, una reflexión inconclusa aún y con pretensión a decálogo (Se escuchan sugerencias):
BIBLIOTECARIOS DEL MUNDO: ¡HUID DEL DOGMA! / luis emiro á
Compañeros bibliotecarios:
El sábado 10 de abril, en el marco del Encuentro de Bibliotecarios Populares, comprobé que los pueblos del mundo sobreviviremos si vamos tras los puntos suspensivos de este trasegar y qué tan desventurados son los pueblos del mundo que no escuchan sus propias preguntas, pues estarán vedados para la ciencia y el arte. Paulatinamente los carcomerá el dogma.
1.
Este oficio es uno de los más hermosos del mundo, porque modifica mi mirada sobre el mundocada día. A cada paso mi mirada es nueva y, si quiero, re-vitaliza, me llena de energía para otear el horizonte. Vamos tras los puntos suspensivos de este trasegar.
2.
Este oficio está entre los oficios más perennes que el hombre se haya inventado: Como los atizadores del fuego, como los rompehielos, como los molinos del viento, tal vez imitando a las hormigas, cuidamos la memoria para los que un día también
vendrán a tomar decisiones. Vamos tras los puntos suspensivos de este trasegar.
3.
Este oficio puede llamarse de muchas maneras. Hemos coincido en llamarlo bibliotecario. Pero también somos memoriosos y algo de amanuenses. A veces nos embadurnamos de soberbia, otras nos amilana el apabullamiento, pero pocas ocasiones nos obnubila la desazón: cada vez queremos ver mejor. Vamos tras los puntos suspensivos de este trasegar.
4.
Este oficio nos enseña a leer las almas en sus intenciones, en sus ilusiones, en sus bajezas. Somos humanos. Muchos autores han escrito sobre lo "demasiado humanos". Con seguridad que fueron o convivieron con bibliotecarios de algún lar del mundo: sólo hablan al oído atento del lector los que han escuchado el gran concierto de voces del mundo: una biblioteca. Vamos tras los puntos suspensivos de este trasegar.
5.
Este oficio nos compromete con los poderes del mundo: Enseñar, ayudar, servir. Enseñar, contribuir, velar. Enseñar, planear, hacer. Enseñar, cultivar, sembrar. Enseñar, pensar, discernir. Enseñar, leer, escribir y siempre volver a enseñar, leer, escribir y pensar y siempre volver a... Siempre volver a los puntos suspensivos.
6.
Este oficio nos hace gavieros: aprendemos a ver a través de la bruma marina. A lo lejos vemos cuando lloverá e intuimos los días de sol. También presentimos la hambruna, la injusticia y sus inclemencias. Sabemos de las trampas del azar y sus cegueras. Desventurados los pueblos indiferentes ya que nunca quisieron leer y escribir, es decir, nunca quisieron sentir la vida entre sus venas correr.
3.
Este oficio puede llamarse de muchas maneras. Hemos coincido en llamarlo bibliotecario. Pero también somos memoriosos y algo de amanuenses. A veces nos embadurnamos de soberbia, otras nos amilana el apabullamiento, pero pocas ocasiones nos obnubila la desazón: cada vez queremos ver mejor. Vamos tras los puntos suspensivos de este trasegar.
4.
Este oficio nos enseña a leer las almas en sus intenciones, en sus ilusiones, en sus bajezas. Somos humanos. Muchos autores han escrito sobre lo "demasiado humanos". Con seguridad que fueron o convivieron con bibliotecarios de algún lar del mundo: sólo hablan al oído atento del lector los que han escuchado el gran concierto de voces del mundo: una biblioteca. Vamos tras los puntos suspensivos de este trasegar.
5.
Este oficio nos compromete con los poderes del mundo: Enseñar, ayudar, servir. Enseñar, contribuir, velar. Enseñar, planear, hacer. Enseñar, cultivar, sembrar. Enseñar, pensar, discernir. Enseñar, leer, escribir y siempre volver a enseñar, leer, escribir y pensar y siempre volver a... Siempre volver a los puntos suspensivos.
6.
Este oficio nos hace gavieros: aprendemos a ver a través de la bruma marina. A lo lejos vemos cuando lloverá e intuimos los días de sol. También presentimos la hambruna, la injusticia y sus inclemencias. Sabemos de las trampas del azar y sus cegueras. Desventurados los pueblos indiferentes ya que nunca quisieron leer y escribir, es decir, nunca quisieron sentir la vida entre sus venas correr.
7.
Este oficio bibliotecario nos da fuerzas para decir presente, aún desde la ausencia y, se toma para sí la voz del viento y hace eco eco eco ¿lo esta oyendo? Conjeturo que así nacieron las preguntas. Desventurados los pueblos que no escuchan sus propias preguntas, estarán vedados para la ciencia y el arte. Paulatinamente los carcome el dogma.
8.
Este oficio bibliotecario sacude el polvo, la rutina, caza peleas con el día y la noche. Es constante, también con todos sus sinónimos. Es intemporal y afín a todos los vendavales. Desafía cual más los fenómenos de la naturaleza y les arrebata el papel de la memoria... Hypatia tus contemporáneos nunca entendieron para qué la memoria. Desventurados los pueblos que nunca hayan contado con la presencia de una Hypatia.
9.
Este oficio bibliotecario suma, multiplica, potencia voces. Hace tribunas donde otros sólo encuentran tumulto. Sustenta credos donde otros sólo profesan capitulaciones. Si el bibliotecario renuncia, el pueblo peligra y, el silencio que le sigue trae oscuros presagios. Desventurados los pueblos que no cuidan de su memoria, desventurados los pueblos que desprecian a sus bibliotecarios.
10.
Este oficio bibliotecario nos enseña a conocer de polillas, antigüedades e innovaciones. El olfato, el tacto, el oído, el gusto y la visión se adiestran hacia universos inacabados y fabulosos porque leemos y escribimos. Desventurados los bibliotecarios se que vuelven polilla. Desventurados los pueblos que los acogen.
Este oficio bibliotecario nos da fuerzas para decir presente, aún desde la ausencia y, se toma para sí la voz del viento y hace eco eco eco ¿lo esta oyendo? Conjeturo que así nacieron las preguntas. Desventurados los pueblos que no escuchan sus propias preguntas, estarán vedados para la ciencia y el arte. Paulatinamente los carcome el dogma.
8.
Este oficio bibliotecario sacude el polvo, la rutina, caza peleas con el día y la noche. Es constante, también con todos sus sinónimos. Es intemporal y afín a todos los vendavales. Desafía cual más los fenómenos de la naturaleza y les arrebata el papel de la memoria... Hypatia tus contemporáneos nunca entendieron para qué la memoria. Desventurados los pueblos que nunca hayan contado con la presencia de una Hypatia.
9.
Este oficio bibliotecario suma, multiplica, potencia voces. Hace tribunas donde otros sólo encuentran tumulto. Sustenta credos donde otros sólo profesan capitulaciones. Si el bibliotecario renuncia, el pueblo peligra y, el silencio que le sigue trae oscuros presagios. Desventurados los pueblos que no cuidan de su memoria, desventurados los pueblos que desprecian a sus bibliotecarios.
10.
Este oficio bibliotecario nos enseña a conocer de polillas, antigüedades e innovaciones. El olfato, el tacto, el oído, el gusto y la visión se adiestran hacia universos inacabados y fabulosos porque leemos y escribimos. Desventurados los bibliotecarios se que vuelven polilla. Desventurados los pueblos que los acogen.
Medellín, parque Biblioteca Belén - Abril 2010
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