UNO de los muchos regalos que la vida me dio fue encontrarme en las travesías por elCasanare con uno de los escritores que más he admirado en la vida. Lo leí antes de mis veinte años. Un joven veterinaria había concursado en el concurso ENKA de la literatura infantil (hoy injustamente desaparecido) y se había alzado con el primer puesto. La edición muy difundida para la época fue en un bello libro en papel muy fino y sus ilustraciones se quedaron guardadas en mi memoria. Cada vez que en las clle volví a ver a un carretillero escuchaba las conversaciones del caballo y el perro hablando de su compañero humano como decimos ahora.
Pasaron muchos años, y me alegraba por cada disposición legal que ordenaba retirar de las calles a los carretilleros y en especial a los caballos cansados, desnitridos, enfermos y maltrechos por el exceso de trabajo. Abundan los perros callejeros y en Yopal también hay gatos, muchos gatos, en función de la supervivencia. Llegan y van campañas para mitigar la superpoblación de estos habitantes de la calle (nombre pomposo de las selvas de cemento).
Vaya la sorpresa grande de encontrarme con el autor de aquel relato que leí cuando entraba a la vida adulta. Del modo más natural del mundo resultaba deandole algo de comer a estos vagabundos que, muy seguramente, se habían salido de los libros para atravesarsele en el camino a los aspirantes de poetas.
Guapetón (canico), Ludovida, Fea y Pepa (tres felinas han invadido mis aposentos íntimos), hay dos Lunas (caninas, una blanca y flaca, tal vez fue modelo del poema clásico La Perrilla de nuestra literatura naconal. La otra, enrazada entre criolla y pitbull, robusta y obediente, que digo mansa muy mansa) y en la Biblioteca Departamental comanda "Cultura" de la que no he podido escribir una página de todo mi gusto, son los seres que me recuerdan ese libro hermoso y único que un día un invierno ahogo allá en mi Medellín del alma mía) son las evidencias de los que han significado esto bellos animales que me domestican sin lugar a dudas. Si me llego a ganar un quinto de la lotería será para apoyar a los quijotes de la vida cotidiana que enfocan sus energías a cuidarlos con una devoción de imitación.
Además de dichas presencias, el Maestro Román visita con frecuencia la Biblioteca Universitaria Unitrópico y nos ha regalado muchos de los útimos títulos que ha seguido publicando. En mi fantasía él sigue siendo mi versión personalizada del Bachiller Cleofás de las novelas ejemplares de Carvantes. En mi realidad, disfruto muchos los tintos que compartimos y nos reímos a carcajada limpia de los regalos que nos brindan las palomas y otras aves desde el techo. Ahora que empaco maletas, entre mis haberes llevo autografiado de su puño y letra una evidencia del uno de los regalos de la vida a un lector: un ejemplar de una de sus últimas publicacione. Ahora le dedico desde esta tribuna el poema al CELULAR de Don Ernesto Cardenal, un poeta que nos debe doler sus lectura. Es otra denuncia como la Vorágine:
El celular
Ernesto Cardenal
Hablas en tu celular
y hablas y hablas
y ríes en tu celular
sin saber cómo se hizo
y menos cómo funciona
pero qué importa eso
lo grave es que no sabes
como yo tampoco sabía
que muchos mueren en el Congo
miles y miles
por ese celular
mueren en el Congo
en sus montañas hay coltán
(además de oro y diamantes)
usado para los condensadores
de los teléfonos celulares
por el control de los minerales
corporaciones multinacionales
hacen esa guerra inacabable
5 millones de muertos en 15 años
y no quieren que se sepa
país de inmensa riqueza
con población pobrísima
80% de las reservas mundiales
de coltán están en el Congo
yace el coltán desde hace
tres mil millones de años
Nokia, Motorola, Compak, Sony
compran el coltán
también el Pentágono y también
la corporación del New York Times
y no quieren que se sepa
ni quieren que se pare la guerra
para seguir agarrando el coltán
niños de 7 a 10 años extrae el coltán
porque sus pequeños cuerpos
caben en los pequeños huecos
por 25 centavos al día
y mueren montones de niños
por el polvo del coltán
o martillando la piedra
que les cae encima
también The New York Times
que no quiere que se sepa
y así es que no se sabe
ese crimen organizado
de las multinacionales
la Biblia identifica
justicia y verdad
y el amor y la verdad
la importancia pues de la verdad
que nos hará libres
también la verdad del coltán
coltán dentro de tu celular
en el que hablas y hablas
y ríes en tu celular.
Ernesto Cardenal, Somos polvo de estrellas (Managua: Centro Nicaragüense de Escritores, 2013), 138-9.