sábado, 7 de diciembre de 2024

La paz, ni en los poemas se asoma

 Ni en los poemas se asoma la paz

para la muestra estes ramillete...

Al cabo de leer algunos poetas, los lectores pueden construir sus propios conceptos. Con esta nueva antología inconclusa, como promotor de lectura y antologista por devoción, los nvito a leer algunos poemas que pretenden compendiar vivencia sobre los conflictos y las muchas formas de la paz. 

Encontrarás en este ramillete once páginas para llevar en la billetera: 

[PIDO... ] / Blas de Otero

La inmigrante / Consuelo Hernández

¿POR QUÉ AFILAN LA ESPADA? / Kadyr Myrzá Alí

LA PAZ NACIO CANSADA / Luis Florez Berrío

La estatua de bronce / Juan Manuel Roca

ELLOS SON LOS VIOLENTOS / Juvenal Torres Herrera

CEMENTERIO CENTRAL / William Ospina

ELLOS SON PODEROSOS / William Ospina

PÁGINA ROJA / Piedad Bonnett 

MEMORIAL  DE  TLATELOLCO / Rosario Castellanos

ALLENDE / Mario Benedetti

NUESTRAS TUMBAS / Carlos Castro saavedra

Inicio con Carlos Castro Saavedra, quien le escribió a los oficios elementales, a la mujer, a loas madres, a la tierra, a la patria, a tantos temas de la sencillez y la autenticidad del pueblo con el cual convivió hasta sus últimos días. 


NUESTRAS TUMBAS / Carlos Castro saavedra


Nuestras tumbas, mujer, se darán besos,

nuestros cajones besos y mordiscos,

y no serán sudarios los nuestros sino sábanas

para engendrar trigales

y construir el pecho de los cedros.

Nos volverán a ver sobre la tierra,

a ti llena de polen y de pétalos,

cubierta de azaleas y azahares,

y a mí con un pedazo de primavera roja

entre la boca de madera.


Sobre la tierra, amada, sobre el campo,

tú con trenzas de musgo,

con un manto de plumas y de orquídeas,

y yo con un relámpago extendido en mis ramas

como una fruta elástica y madura.


La muerte será apenas un fecundo reposo,

un sueño recorrido por gusanos labriegos,

otra luna de miel entre raíces,

otro rodar los dos dulces y mudos,

por un salón de terciopelo verde.


Que no pongan el nombre tuyo sobre la bóveda,

ni el mío sobre el hueco que se trague mis tigres,

sino que nos abonen y nos rieguen,

pues esto es suficiente, compañera,

para tu corazón y mi semilla.





ALLENDE / Mario Benedetti


Para matar al hombre de la paz
para golpear su frente limpia de pesadillas
tuvieron que convertirse en pesadilla
para vencer al hombre de la paz
tuvieron que congregar todos los odios
y además los aviones y los tanques
para batir al hombre de la paz
tuvieron que bombardearlo hacerlo llama
porque el hombre de la paz era una fortaleza

para matar al hombre de la paz
tuvieron que desatar la guerra turbia
para vencer al hombre de la paz
y acallar su voz modesta y taladrante
tuvieron que empujar el terror hasta el abismo
y matar más para seguir matando
para batir al hombre de la paz
tuvieron que asesinarlo muchas veces
porque el hombre de la paz era una fortaleza

para matar al hombre de la paz
tuvieron que imaginar que era una tropa
una armada una hueste una brigada
tuvieron que creer que era otro ejército
pero el hombre de la paz era tan sólo un pueblo
y tenía en sus manos un fusil y un mandato
y eran necesarios más tanques más rencores
más bombas más aviones más oprobios
porque el hombre del paz era una fortaleza

para matar al hombre de la paz
para golpear su frente limpia de pesadillas
tuvieron que convertirse en pesadilla
para vencer al hombre de la paz
tuvieron que afiliarse para siempre a la muerte
matar y matar más para seguir matando
y condenarse a la blindada soledad
para matar al hombre que era un pueblo
tuvieron que quedarse sin el pueblo.




Sigo  con la poeta mexicana Rosario Castellanos (Nace en Chiapas - México 1925 y muere en  1974) en el Estado de Irael) al evocar la triste tragedia de Tlatelolco, de la cual también escribión Elena Poniastowska: 


 MEMORIAL  DE  TLATELOLCO / Rosario Castellanos


 La oscuridad engendra la violencia

y la violencia pide oscuridad 

para cuajar en crimen. 

Por eso el dos de octubre aguardó hasta la noche 

para que nadie viera la mano que empuñaba 

el arma, sino sólo su efecto de relámpago.

 Y a esa luz, breve y lívida, ¿quién? ¿Quién es el que mata?

 ¿Quiénes los que agonizan, los que mueren? 

¿Los que huyen sin zapatos? 

¿Los que van a caer al pozo de una cárcel?

¿Los que se pudren en el hospital? 

¿Los que se quedan mudos, para siempre, de espanto? 

¿Quién? ¿Quiénes? Nadie. Al día siguiente, nadie.

La plaza amaneció barrida; los periódicos

dieron como noticia principal

el estado del tiempo.

 Y en la televisión, en la radio, en el cine 

no hubo ningún cambio de programa,

 ningún anuncio intercalado ni un

minuto de silencio en el banquete. 

(Pues prosiguió el banquete.) 


No busques lo que no hay: huellas, cadáveres,

que todo se le ha dado como ofrenda a una diosa: 

a la Devoradora de Excrementos. 

No hurgues en los archivos pues nada consta en actas. 


Ay, la violencia pide oscuridad 

porque la oscuridad engendra el sueño 

y podemos dormir soñando que soñamos. 

Mas he aquí que toco una llaga: es mi memoria. 

Duele, luego es verdad. Sangra con sangre. 

Y si la llamo mía traiciono a todos.


Recuerdo, recordamos. 

Esta es nuestra manera de ayudar que amanezca 

sobre tantas conciencias mancilladas, 

sobre un texto iracundo, sobre una reja abierta,

sobre el rostro amparado tras la máscara.

Recuerdo, recordemos

hasta que la justicia se siente entre nosotros. 

En la tierra de en medio .




PÁGINA ROJA / Piedad Bonnett 

En la fotografía del periódico veo el rostro desconocido,

 tan desconocido como puede serlo el de un hombre de campo

 para el que Bogotá era apenas una imagen remota.

 Arriba el titular de la masacre. Abajo los detalles:

 las manos amarradas a la espalda, el incendio del caserío, 

la huida mansa de los vivos.

 La frente es amplia. En sus veinte años

 seguro que algún sueño la habitaba. 

Milton era su nombre, y puedo estar segura 

de que lo ignoró todo sobre el poeta ciego. 

Los ojos perspicaces, la piel tersa, el óvalo aniñado.

 Y alumbrándole el rostro, la risa poderosa, como barril de pólvora. 

Con esos dientes sanos habría podido romper lazos más fuertes

 que los de sus muñecas.

 La muerte mancha ya de caries su blancura 

y escarba hasta encontrar la fría luz del hueso.



CEMENTERIO CENTRAL / William Ospina


Sordo a tantos mensajes de la muerte, 

cruzo por esta calle de flores y de mármoles

 donde austeros artífices pulen sobre las losas

 lúgubres variaciones, 

llorados nombres, fechas para el luto.


 Aquí acaban preciosos episodios del tiempo 

que afligidos cortejos escoltan hasta el límite,

 aquí, en lechos de piedra, 

cada huésped se entrega

 al laborioso abrazo de lo informe.

 

Veo el dintel que abruma la magra segadora 

de costillas desnudas

 y tras la verja hileras de cruces victoriosas.


 Ánforas, bustos, ángeles…

 su lóbrega retórica cautiva a los dispersos

 y en su horrible presencia nuestras horas se amparan 

de bosques insondables. 


Severa arquitectura donde el polvo se asila 

sobre estas breves casas y estos pinos inmóviles 

es cegador el cielo 

y la plegaria es ínfima.




ELLOS SON PODEROSOS / William Ospina 


No digas que tienes sed, porque te darán un vaso con tu sangre.

No digas que tienes hambre, porque te servirán tus dedos cortados.

No digas que tienes sueño, porque te coserán con hilo los párpados.

No digas que amas a alguien, porque te traerán su corazón putrefacto.

No digas que quieres al mundo, porque multiplicarán los incendios.

No digas que buscas a Dios, porque te llenarán de brasas la boca.

No digas que está bello el rocío que dulcemente cubre los campos,

porque en cada gota celeste inocularán pestilencia.




Continúo con Juvenal Torres Herrera, escribe  himnos cantados por las juventudes universitarias de  varias generaciones. Nace en a Estrella - Antioquia - Colombia, en 1940 y muere en 2010.  Se suma a esta antología incoclusa un poema de leyenda, con sabor acusatorio:


ELLOS SON LOS VIOLENTOS / Juvenal Torres Herrera


"Ellos, los imperialistas y lacayos

hacen declaraciones contra los "violentos"...

Ellos, que son los dueños de los tanques.

Ellos, que son los fabricantes de las bombas.

Ellos, que son los industriales de la guerra.

Ellos, que mueven a los soldados, cabos, sargentos,

tenientes, capitanes, mayores, coroneles y generales.

Ellos, que practican el genocidio,

que cometen herbicidios,

que difunden el suicidio.

Ellos, que compran los mirages,

que producen el hambre y los cuarteles,

que instauraron el gas y las torturas,

que inventaron las castraciones de testículos,

que hundieron sus bayonetas y sus penes

en los intestinos del labriego y sus hijas.


Ellos, que allanan universidades y colegios,

que ordenan fuego contra los huelguistas,

que desalojan a golpes de culata y de bala

a la humilde familia con su hambre y su luto.

Ellos, que son los dueños del Estado.

Ellos, que son alumnos del Pentágono.


Ellos, que decretaron la emergencia,

el Estado de Sitio, la Ley seca,

el odio, el hambre, el toque de queda.

Ellos, que mueven a decenas de miles

de sujetos armados por aire, mar y tierra.

Ellos, que hacen la violencia

para determinar los resultados de los votos.

Ellos, que tienen en la violencia un gran negocio:

¡ELLOS SON LOS VIOLENTOS!"




La estatua de bronce / Juan Manuel Roca

Primero haremos , si el cabildo lo permite, el caballo.
Un alazán en bronce con sus patas delanteras levantadas
Como ejemplo para cruzar obstáculos y abismos
Luego fundiremos el hombre,
Pues un caballo sin jinete no es digno de una plaza
Y ni siquiera puede llamarse monumento.
que todo el vulgo aporte llaves, aldabones, candelabros,
monedas, candados, espuelas, medallas y cubiertos.
Para fundir el hombre a su caballo.
Después discutiremos el lugar para la estatua
y la forma de su pedestal.

¿Un recodo cercano a las montañas
entre los bosques de sauces y eucaliptos?
No estaría mal construir en el sitio elegido
Un pequeño parque que permita a las mucamas
Citarse con sus novios al pie de la escultura.

Debe amoblarse el espacio con bancas de madera:
Los oficinistas comerían emparedados a la hora del receso.
Bella será la sombra al mediodía
De caballo y jinete sobre la sobre la grava y el asfalto.
Las hojas caídas de los árboles
Tejerán un tapiz crujiente al paso de los estudiantes.
Los viejos fotógrafos
sacaran los domingos sus cámaras de cajón
Y harán que los enamorados prolonguen
el tiempo de los besos.

Todo concertado con autoridades eclesiásticas , civiles y militares.
¿Quién debe ser el hombre encima del corcel?
Sabios hay pocos. Guerreros y héroes son dudosos.
Un filósofo a caballo
No puedo replegar su pensamiento.
Los poetas viven recostados en la hierba.
Los campesinos no montan caballos de viento.

Los directores de orquesta no pueden dirigir
Desde una montura de bronce y el lomo inclinado de un caballo.
Los jubilados prefieren cabalgar nubes
y permanecer sentados en los bancos.
Los pintores trazan caballos pero no se atreven a montarlos.
Los arquitectos pierden la perspectiva.
Los almirantes prefieren las crines de las olas.

Las bailarinas no necesitan pedestal para su vocación de aire.
Los astrólogos son una franca minoría.
¿Quién podría ser un jinete de bronce
sobre el imponente y brioso caballo de bronce?
Deberá ser alguien que muchos ciudadanos admiren,
Un hombre que sea su propio mentor,
Que haya luchado a brazo partido por su gloria y su fortuna .
Ya está. Erijamos una estatua al asesino.

(Transcrito para esta anología, de la Revista Arcadia. Semana. N° 100 (Del 27 de enero al 24 de febrero de 2014 - p. 62)





LA PAZ NACIO CANSADA / Luis Florez Berrío


La paz no tiene paz, nació cansada,
creció enfermiza y navegó en la sombra,
Dios que la quizo tanto no la nombra
y sus milagros la dejó olvidada.

Todos la piden blanca y es morena...
desconoce la voz de los patores;
la paz, ni en la penumbra que se asoma
callará sus lamentos desiguales.

No la tiene el poeta, ni el gitano,
ni el mago ni el monarca, ni el coloso
ni siquiera la tiene el perezoso...
o el enfermo...o el tiste...o el profano.

¿que ha sido nuestra paz...? ¡puerto sitiado!,
barandal de impresión, fragmento raro,
trapecio de crueldad, costa sin faro
y efímero capricho desvirtuado!

La paz con su desplante de querellas,
fingióse catedral de fantasía;
y el hombre Dios que de la paz venía,
Nació sin paz y falleció sin ella.







EQUIPO PARA LA GUERRA / Consuelo Hernández 


Este canto de pájaros entre la nieve
lo atraviesan balas y misiles
camino al medio oriente.

Surcan el cielo helicópteros
que vigilan nuestros pasos
y en la tienda nos saluda
el mercader de la guerra
con máscaras de gas,
equipos de emergencia
cintas adhesivas para puertas y ventanas
y vacunas contra las imaginarias “armas de destrucción masiva”...

Ya adentro en la casa
todo se me olvida
porque la vida sigue.


TODO LO QUE HE DEJADO / Consuelo Hernández 


Dejar atrás mi pueblo,
el recuerdo elemental de cada amigo
los paseos de domingo salvadores
y los almuerzos en mesa compartida

Rodar por otros rumbos, ausente de los míos
fijar nuevos sentidos impuestos por el lloro
del agua vespertina que nunca me abandona.

Cambiar el sol por nieve, y el calor por la helada
vivir entre extraños una vida menos sustancial
y tener como amiga la acacia siempre ausente.

Otros seres se cruzan por mi vida
sin poder saber nunca si están de mi parte
o detrás de las máscaras me clavan su cuchillo...

Todo lo que he dejado
hoy
se yergue como torre al centro de mí misma.


SOLO BASTA UNA MOCHILA / Consuelo Hernández



Cuando la ira no cabe en el pecho
una se vuelve indiferente
se vuela de sí misma
y rompe todas las cuerdas que la atan.

Basta una mochila resistente
y unos zapatos confortables
para bajarse del compresor de libertades
y recorrer el mundo sin desgano.

Para transfigurar los viernes dolorosos
en días plenos de esperanza
como un domingo de resurrección.





  

La inmigrante / Consuelo Hernández


     A las mujeres inmigrantes

 Mujer que caminas noche y día

con tu llave inmemorial

das nacimiento a la palabra veraz

atraviesas el río

y nadie te reconoce.

Te mojas, sudas, pierdes tus zapatos.

 Otra jornada abrumada de cansancio

no puedes verbalizar tus injurias

pero eres sabia aunque te encuentren infraganti.

 

Te interrogan

¿Quién eres? ¿De dónde vienes?

¿Qué buscas en esta tierra que ya tiene dueños,

y fronteras y murallas

y hermanos que saben de la muerte lenta?

 Al espacio de tu linaje vuelves

(como sombra que releo)

en tu luminosa faz el fuego no termina

escapas, caes, te levantas, te sacudes,

hablas en tu lengua de tortilla

muerdes tus palabras de café

y no te dejas derrotar por la nostalgia…

Tu canto se ahoga

se alejan las salidas

eres inmigrante

tu identidad se ha reducido para siempre.

 No entiendes de visas

ni de planetas fragmentados

aprendes a decir “good morning”

pero a nadie le interesa “how you are”

ni que estés habitada por un hijo sepultado en el desierto

por la ilusión de un empleo

de un refugio para dormir en paz.

 

Yo también soy la ruptura de la costura

aquí adentro no se disipa la niebla…

y sucede que miro en tu espejo

¡y me veo!


Y los perros nos enseñan que es la paz 

y no han estudiado libracos sobre derechos 

y responsabilidades no litigios. 

Y "Luna" la perra callejera que llegó a Unitropico

 a reñirle el territorio a Guapetón 

y a las  pocos días estaban jugando 

y retomando como no lo sabemos hacer los humanos. EMIRO




¿POR QUÉ AFILAN LA ESPADA? / Kadyr Myrzá Alí


¿Por qué afilan la espada?

¿Y, por la voluntad de Dios, 

la frialdad del filo  opaco

te entra en el corazón ?


Aun la uerte se retarda,

Son las cenizas del temor;

pero el corazón resopla

cual un caballo si domar.


El hierro negro se derama

la niebla llena la visión,

Y la caída se aplaza: Es solo la primera vez.


Más fuerte que el diamante

puede ser, pero el horror 

te llena el alma: el infarto

puede otra vez llegar.


Y tú sueñas con la vida,

como si fuera tu hogar

inalcanzable. ¿Acaso solo 

te quedan cólera y hiel?


Sí, hay palabras afiladas

como la daga; sin piedad

las tiran, pero es difícil

sobrevivir tras escuchar.


Os ruego, cuidad el habla,

cuidad el otro corazón. 

La furia incontenida

es un puñal para matar. 

                           Traducción al castellano del Kazajstán

por Alexandra Chevelena Dergacheva e Iván Martín  Cerezo





[PIDO... ] / Blas de Otero



Escribo
en defensa del reino
del hombre y su justicia. Pido
la paz
y la palabra. He dicho
«silencio»,
«sombra»,
«vacío»
etcétera.
Digo
«del hombre y su justicia»,
«océano pacífico»,
lo que me dejan.
Pido
la paz y la palabra.



1

"Cultura", gatita sinverguenza, que sólo sabe dormir y correr y brincar entre estante y estante cada que legan nuevos lectores.
"Cultura" gatita entre comillas, que sabe que es el hambre y la soledad para urgar el alma de la especie humana,
"Cultura" gatita de manchas cobrizas sobre un negro profundo, obesa y sin prolongación de su especie
por la voluntad caprichosa de los humanos
que ayer la imaban y hoy la patean,
"Cultura" gatita que vive para estregrnros que ni la civilización ni la alfabetización doblegan esos istintos de animalidad ingobernable. 
"Cultura" si sabe qué y qué no es  la paz
por eso me acompaña a seleccionar los textos de esta antología incoclusa. EMIRO


2


Quién te envidia esa siesta en un escondite 
desde nos ves a todos y nos ves por dentro y por fuera. 
Quién te envidia y cree que no peca al verte 
en ese escondite que pocos percibimos.
 Quién te ve y quién te envidia en esa fotografía 
que se ríe de ti paz y tus tormentas. 
Y me queda que soy un humano que no puede ser felino
 y tú eres felina y nunca quisieras ser humana. 

Y Poe supo que esas animalidades concluyen
 en emparedados que nunca comprenderán los  forenses. EMIRO






3

Casi no me robo está evidencia de cuando la "Cultura" nos da la espalda.
 No pude robarle una foto mientras comía y menos mientras se lame. 
Ahora me siento un buen ladrón de evidencias. 
Me robe una evidencia de cómo Cultura nos da la espalda.





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